No importan tanto los apellidos ni los defectos, excepto cuando se escupen. No sé qué tiene la saliva expulsada de la boca pero sienta de un mal recibirla en la cara que Lisandra se ha echado a llorar y se ha enrevesado en su propio cuerpo, ha anudado su columna y se ha arrodillado para aceptarlo, acatarlo, asumirlo, integrarlo. La humillación se merece. No haberse llamado así, leñe.
Lisandra quiere tener trece años, es que a los doce te tienen poco respeto porque ni una vez has vivido un año entero de mala suerte, como deben ser los trece. Lisandra bebe zumo de manzana en un bric de plástico, es un líquido amarillo como el pis, como la cerveza, se le vierte pues anda a la vez que bebe.
El zumo de manzana es una mierda, pero se acaba, Lisandra, todo se acaba, todo se pasa.
2 comentarios:
Me encanta Jorge!!
Joder, tío, ya echaba de menos tus relatos, que lo sepas ^^
Me alegro de que sigas escribiendo. Yo creo que podrías desarrollar esta historia un poco más, se me ha quedado algo corta.
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