viernes, 13 de junio de 2008

El abuelo

Dedicado a Jaume

El abuelo solía llevarme a la playa, buscaba un banco con algo de sombra y se sentaba mirando a lo lejos durante un buen rato. Yo le miraba, la boina gris, con la bolita esa arriba que nunca supe para que servía, sus mofletes y orejas grandes, blanditos, que siempre quería tocar y besar, pero que sabía que a él le molestaba un poco. Al cabo de un rato empezaba a hablar -siempre pensé que de tanto mirar al mismo sitio, de repente le venía algo a la cabeza- la historia de la escultura del paseo, que según él era de un abuelo que contaba historias en la playa hacía muchos años, la historia de Paco el panadero, no sé, muchas historias. Pero aquel día comenzó a hablarme del gigante de detrás de la montaña; en el borde de la playa había una montaña muy grande, muy lejos, y el abuelo me dijo que detrás vivía un gigante y que, no sé muy bien cómo, el gigante era el que hacía las nubes y soplaba para que se movieran. A mi lo del gigante me dió un poco de miedo, pero el abuelo decía que era bueno, porque así teníamos sombras y llovía de vez en cuando. Desde entonces aquella montaña me parecía especial, como mágica.
Cogí un poco de arena mojada del suelo y, con fuerza, mientras sujetaba por el otro lado, la comprimí al resto de arena que formaban la cara, mientras que con un dedo intenté darle forma a los surcos que bordeaban su boca, dejando unos mofletes prominentes. Miré un momento al banco donde solíamos sentarnos, cogí la mochila de la arena, la sacudí, y me la fuí colocando mientras dejaba la escultura atrás. Delante, la montaña iba creciendo y pequeñas bocanadas de nube parecían salir de la cumbre...

2 comentarios:

Borja Echeverría Echeverría dijo...

Me has tocado la fibra sensible jej. Yo también tenía un abuelo que me solía contar historias.

Saludos.

Tatus dijo...

El mío no, no te creas.. esa parte es inventada.. la parte real son los mofletes :)..