domingo, 5 de octubre de 2008

Casualidades.. (Parte I)

La puerta 18 del aeropuerto estaba prácticamente vacía, tan sólo algunos extremadamente previsores o, que como yo, habían enlazado los distintos transportes con precisión milimétrica. Me encogí en uno de los asientos, descansando las piernas sobre la maleta y encendiendo el MP3, justo para que Van Morrison me balancease entre la nostalgia y la melancolía con su Magic Times. Nunca sabes si es tu estado de ánimo el que encaja con la sesión aleatoria del bicho o si es la música la que te cambia el estado de ánimo. En cualquier caso, me sedujo el viaje propuesto por Morrison y lo acompañé con Bridges de Tracy Chapman. Puentes que se queman o quemas, un día te encuentras andando sólo. A veces las mejores intenciones no hacen que las cosas vayan bien; esa frase me llega, en inglés suena definitivamente mejor. Sumergido en estos pensamientos no caí en que ya tenía a un matrimonio sentado al lado y los asientos comenzaban a escasear. El hombre con cara de buena persona, transmitía tranquilidad, me recordaba en cierto modo a mi abuelo.

Andaba pensando en mi abuelo, con la cabeza echada hacia atrás, escuchando As Ilhas das Açores, de Madredeus, canción que creo puede tranquilizarme en cualquier momento, cuando noté que alguien ocupaba el asiento de mi izquierda. Junté los dos brazos dentro del asiento, evitando así el contacto y salirme del estado en el que estaba sucumbiendo gracias a la canción. Una cuna en medio del mar, las olas ligeras que mecen suavemente la cuna mientras las manos rozan el agua y la brisa despeja la cara de todo pelo, todo pensamiento. El bicho quiso que después de la calma viniera la tempestad con Sharabbey Road de Vetusta Morla y desperté súbitamente; el mar ya no estaba, la cuna había desaparecido, pero tenía a mi lado a una morena, de pelo rizado, camisa morada y una mochila enorme, leyendo una guía de Mallorca. Despertarse, al fin y al cabo, no es tan malo, pensé. Cerró la guía y pensé en un millón de frases introductorias para una conversación, todas centradas en la idea de que ella viajaba sola a Mallorca y yo también, lo que me parecía una combinación perfecta. Hubiera sido tan fácil como un “me dejas la guía un segundo, he estado pensando en comprarme una, porque voy a estar unos días sólo por Mallorca y...”, bastante sencillo. Esa timidez que aparece en los momentos más inoportunos me hizo no abrir la boca y quedarme escuchando los compases de Chasing Cars, de Snow Patrol, seguido de Burgundy Shoes, de Patty Griffin. Soy un escéptico, creo en la casualidad y no en el destino, pero sí creo en las energías y, sentado en aquella butaca del aeropuerto, la tensión para mi era palpable. Es probable que ella estuviera pensando en una frase para arrancar, o en lo estirado de su vecino de butaca, que no solo no decía nada, si no que andaba absorto en su música. Se levantó y se fue. Obviamente, la esperanza de que le hubiera tocado el asiento contiguo al mío no se cumplió; el destino... perdón, la casualidad, no suele dejar tantos caramelos seguidos.

3 comentarios:

Luis dijo...

...me ha gustado más el recorrido de la musica. ¿Hacia donde ira la historia?

Tatus dijo...

.. pues espérate a las continuaciones, que traen buena música también :).. pensé subirlo con enlaces al songza y todo :).. porque la música es importante..

Luis dijo...

...Creo que eso hubiera sido osceno.