miércoles, 1 de octubre de 2008

lo pinté yo...

Oscar estira una y otra vez la chaqueta, que parece querer incomodarle, mientras siente que medio autobús le está mirando. Mete los dedos por el cuello de la camisa únicamente para volver a comprobar que sí, que hay hueco y que no, que la camisa no se da de sí. El mismo autobús de cada mañana, piensa, nunca lo había cogido a esta hora. La luz no es la misma, el paisaje parece distinto, más nitido, y todo lo que ya había visto anteriormente, parece ahora renacer con formas distintas. Pasea por las mismas calles, esta vez a paso más ligero, se detiene en los mismos semáforos, contempla los mismos escaparates, pero, al llegar a su destino, la puerta por la que entra es nueva. Una vez dentro, contempla los gigantescos mármoles, los espacios abiertos, las fotografías colgadas como cuadros, las eternas escalinatas, las mujeres de tacón alto y copa de champán. No puede evitar, por un momento, sentirse incómodo con sus ropas, ajeno, con la sensación de decenas de ojos que le miran desde todos los rincones, como si detectasen que él no pertenece al sitio, como juzgándole. La excitación del momento, la enormidad del sitio, le hacen olvidar rápidamente sus incomodidades y busca la entrada en el bolsillo interior de la chaqueta, vuelve a mirar el precio, insultante, exagerado, en cierto modo vergonzoso, y recuerda la cara de su madre al dársela en su cumpleaños.

Pasa los minutos, estático, como clavado a la butaca, con los ojos vidriosos contemplando el escenario, la mente absorbiendo todo cuanto pasa y, cuando Francesco Hong e Indra Thomas cantan a duo sobre un paraje desolado, medio temblando y con los pelos completamente erizados, observa el gigantesco tronco de poliuretano y piensa, ese tronco lo pinté yo....

4 comentarios:

Kermit dijo...

Está muy bien, Tatus.

Miguel dijo...

Joder, Kermit, parece que hablas con un niño de cuatro años pintando su primer dragón

Kermit dijo...

Hombre, entiendo que no hace falta ser ocurrente, ni sentar cátedra, en todos tus comentarios.
Un mensaje de ánimo, aunque sea sencillo, tampoco está mal.
Tatus, si piensas que te trato como a un niño de cuatro años... pues algo habrás hecho.

Tatus dijo...

Está muy bien, Kermit ;).. no estaba seguro, lo escribí anoche a las 2 en veinte minutos y me pareció que le vendría bien una revisioncilla, pero tenía sueño :).