jueves, 28 de febrero de 2008

SALVAJE

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Marta cayó aparatosamente al suelo, junto al montón de ropa que lucía un significativo desorden. Los restos de las copas de vino se clavaron en su piel, sin que ella lo notara apenas. Respiraba con dificultad a causa del infernal esfuerzo. Se llevó la mano temblorosa a la brecha en su ceja, producida sin duda en el primer golpe contra la pared. Escocía.

"Nunca...", intentó, jadeando entre palabra y palabra, "Nunca me habían... Nunca había... Así... Nunca... ¿Me oyes... Alex...?"

Se rindió ante la imposibilidad de expresarse, sin dejar de susurrar una y otra vez un "nunca" débil, casi cómico, con la intención de resumir todo su discurso.




Al otro lado del cuarto, un Alex extenuado se arrodillaba, clavando sus brazos en el suelo en un intento poco afortunado de mantenerse erguido. Luchaba con desesperación por recuperar el aliento. Goterones de sudor ardiente caían al parqué desde su barbilla en húmedo suicidio.

"¿Quién... te ha dicho... a ti...?"

Ahogó un gemido de dolor. Comenzó a incorporarse trabajosamente mientras escupía al suelo la sangre que le llenaba la boca de sabor metálico. Sus ojos, brillantes bajo la frente perlada, se clavaron en los de la fatigada Marta. Una sonrisa pícara amenazaba en sus maltratados labios.

"¿... que esto ha terminado?"

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